Columna de nuestro rector padre Harold Castilla Devoz | Un nuevo enfoque de las humanidades
Columna del rector padre Harold Castilla Devoz, cjm, en el diario La República.
El mundo actual vive impactado por muchas realidades de incertidumbre y necesidades que hacen que el ser humano experimente sensaciones de crisis que no lo dejan vivir con firmeza y esperanza.
En este contexto de realidad, la educación en torno a las ciencias humanas y sociales también se ha visto afectado en la perspectiva de su misión que es dar sentido al mundo y encontrar las respuestas más adecuadas, llenas de significado para construir la dimensión de felicidad y bienestar.
Las realidades que vivimos hoy de guerras, mundo económico plegado al interés particular, política tergiversada por las ideologías de toda ruta, sociedad atrapada por las autosuficiencias de los más poderosos y cultura tecnologizada en todo sentido, hace que los cuestionamientos sean de gran calibre y profundidad y que tengan que ser respondidos con el más alto nivel de seriedad y de urgencia. La pregunta básica es ¿cómo respondemos a vivir en un mundo cambiado?
Vale la pena detenernos un poco en el marco del frenesí del tiempo que nos ocupa, de las agendas y los cronogramas tan intensos con los que a diario nos enfrentamos, para reducir la velocidad, hacer un balance y desarrollar nuevos enfoques para las ciencias sociales y las humanidades. El nuevo enfoque con el que debemos enfrentar este mundo tan acelerado y complejo es el de la compasión. La compasión requiere más que neutralidad o intentos de objetividad, pide cuidado, sentir con, empatía. Esto atañe a los compañeros, a las instituciones y, sobre todo, a nuestros estudiantes y a la sociedad en general.
Necesitamos Instituciones Universitarias compasivas, que desafíen las tendencias de esta modernidad plagada de eficientísismos y dinámicas gerenciales que solo le importan los resultados de tipo económicos y nada más.
A las instituciones de educación le deben importar las personas, sus situaciones profundas y serias, las necesidades y sus carencias, la capacidad de apoyar las dinámicas de relacionamiento entre todos, el cuidado de la naturaleza, los valores de apoyo y solidaridad entre todos y el aporte cierto que como ciudadanos podemos ofrecer para la construcción y realización de una sociedad cada día mejorada. La humanidad de todos es la que nos debe llamar la atención. Nos estamos dando cuenta de que también somos humanos y tenemos necesidades y responsabilidades más allá de producir.
Esta comprensión debe atesorarse y ser central en todo lo que hacemos. Hay mucho por hacer y los científicos sociales y humanistas sí que tienen una responsabilidad mayor para amplificar sus voces y proponer trabajar juntos en lugar de mantenernos separados. Solicitar ayuda equitativa y justa y poder participar en la reinvención de la sociedad, desde la economía ética hasta el cuidado sostenible de la naturaleza y, también, de la política de fraternidad y amistad social para lograr el bien común y la solidaridad social.
Pensar de manera diferente es la clave para poder hacer algo por los demás de modo práctico. Construir el discernimiento de lo empático, hacer posible la dignidad humana y darle todo el valor que se merece es lo propio de un mundo académico que vela por aportar sentido a la sociedad.