Recientemente tuve la oportunidad de moderar un debate con vicepresidentes de los distintos candidatos a la presidencia del país, planeado por profesores y estudiantes. Al momento de revisar la planeación y estructuración de este evento, pensaba sobre el significado de este tipo de ejercicios pedagógicos para la comunidad académica que represento y para el país.
En cada uno de los momentos en los que pude dirigir la palabra hacia los públicos presentes y virtuales, mi mensaje fue contundente: Sin importar qué fórmula resulte elegida, finalmente todos debemos trabajar por el mismo país. De hecho, a pesar de nuestras diferencias ideológicas, la inteligencia nos dice que sumar es mejor que resaltar y que estamos llamados a construir y trabajar hacia la misma dirección si queremos el bienestar colectivo. Con toda seguridad, pasadas las elecciones en primera y segunda vuelta, todos debemos procurar un mejor país, debemos no solo pedir transformaciones a los otros y a los gobiernos, sino también transformarnos y trasformar la cultura de inequidad, exclusión, corrupción, y falta de oportunidades, para dejar un país con un futuro consolidado, donde puedan vivir en paz y con amplios márgenes de solidaridad las nuevas generaciones que están naciendo y están por nacer.
Ahora bien, desde la propuesta académica de inclusión social en la que trabajamos, hemos podido observar de cerca el espectro amplio de las necesidades de los colombianos, y en la práctica hemos logrado constatar la manera como la educación puede ayudar a mitigar dichas problemáticas en los jóvenes con menores recursos. Adicionalmente, hemos logrado entender que la superación de estas realidades es mucho más eficiente y eficaz cuando logramos contar con el apoyo de los gobiernos, y hemos logrado constatar que con esos apoyos gubernamentales las propuestas e ideas tienen un mayor impacto.
Y es que nuestro trabajo, sencillo, humilde y respetuoso con el país y con las comunidades educativas más vulnerables es apenas un ejercicio de coherencia con La ley 115 de 1994 que presenta la educación en su objeto fundamental; un proceso de formación permanente, personal, cultural y social que se fundamenta en una concepción integral de la persona humana, de su dignidad, de sus derechos y de sus deberes. Sin duda alguna, esta ley establece muy puntualmente que los colombianos tienen el derecho a una educación integral y a un desarrollo social con garantías.
Quisiera volver nuevamente al evento desarrollado en las instalaciones de la UNIMINUTO, este se dio en una estructura de cuatro momentos: el primero fue un ejercicio lúdico de cultura general en relación con los municipios de Colombia, el segundo momento consistió en una presentación de cada una de las propuestas de los candidatos, un tercer momento se desarrollo en relación con las respuestas a situaciones hipotéticas que deberían enfrentar en caso de ser gobernantes, y el cuarto momento se propuso al rededor de las respuestas de los candidatos a las preguntas de los estudiantes que participaron como público. A lo largo del ejercicio educativo del debate, el tema de la lucha contra la corrupción estuvo latente no solo en las propuestas de los candidatos, sino también en las preguntas del auditorio y en las respuestas de los invitados. Sin duda alguna, esta problemática no solo es latente en el imaginario social, sino en los impactos sobre el desarrollo o atraso del país, y sigue siendo un derrotero central desde el cual se construye la imagen de los gobiernos y políticos en la actualidad.
Con toda seguridad, de cara a una nueva jornada de elección para presidente, el próximo 29 de mayo, el hecho de invitar a los jóvenes estudiantes como analistas, críticos y validadores de las iniciativas y propuestas de campaña, es la mejor apuesta educativa que puede hacer un país, dadas las nuevas dinámicas sociales que se han planteado desde las protestas sociales, las mesas de diálogo y las mismas redes sociales cuyos principales generadores y receptores de contenido son nuestros jóvenes.
Finalmente quisiera señalar que, facilitar la universidad como escenario para el debate, representa una de las apuestas sociales más integrales de la educación y para Colombia. Sin duda, los ejercicios educativos y de formación política, que le abren el micrófono a las preguntas de los jóvenes que ya no tragan entero; ávidos de unos programas reales y honestos, permeados en muchas ocasiones por la infodemia (término para referirse a la sobrecarga de información, generalmente falsa que llega por las redes), es un excelente medidor para quienes aspiran a ser la fórmula vicepresidencial del nuevo Presidente de Colombia.
Por:
Padre Huberto Obando Gil
Rector
UNIMINUTO Seccional Antioquia - Chocó.